España ocupa el puesto 13º en el ranking de reputación de un total de 55 países, según un estudio del Real Instituto Elcano, publicado el pasado mes de septiembre de 2020 y elaborado en plena pandemia (marzo y abril). Estar en los primeros de la lista es un dato relevante porque pone de manifiesto la interacción de nuestro país con respecto a otros.
Desde que el Instituto El Cano iniciara estos estudios de reputación en el año 2009, nuestro país siempre ha gozado de una “excelente” posición salvo los periodos de crisis económicas. Por ejemplo, España se ve como un país bueno para un periodo vacacional, pero malo para los negocios o trabajar. Respecto a la crisis del COVID-19 no ha tenido un impacto destacado en la reputación de España, aunque si lo ha hecho en China.
Vivimos en la sociedad de la comunicación y de la imagen. Una sociedad en la que es muy importante ‘el qué dirán’ y lo que opinen de ti. Una sociedad en la que la información y la comunicación tiene un poder infalible, capaz de perjudicar toda una trayectoria profesional.
La cultura empresarial, los valores o los propósitos empresariales ganan terreno frente a los volúmenes de producción o los beneficios anuales. Hay que ser diferentes, ofrecer cosas que los demás no ofrecen y hay que aportar valor a los consumidores.
La sociedad demanda a las empresas que se pronuncien, que se comprometan con los retos a los que se enfrenta y sean solución al cambio y a los grandes problemas. Por este motivo, es esencial establecer vínculos emocionales entre la marca y nuestros grupos de interés con una comunicación más directa y más estrecha con nuestros trabajadores, proveedores, consumidores, potenciales clientes…
Hay que satisfacer sus necesidades, darles lo que desean, hacer constante esa interacción y transmisión de cultura corporativa para que se identifiquen con nosotros y se conviertan en nuestros fieles aliados. Esto ayudarán a fortalecer nuestra reputación y a defendernos de los posibles “ataques”.
El concepto de reputación es un fenómeno complejo de cuantificar y medir, pero muy efectivo a la hora de generar éxito o fracaso, beneficios o pérdidas. La reputación no se ´fabrica´ de la noche a la mañana. La reputación se crea. La reputación requiere de un lento y minucioso proceso de construcción donde la estrategia de comunicación permitirá alinear los objetivos financieros con los valores y los propósitos empresariales.
Alcanzar estas metas no es una tarea fácil, al igual que tampoco es fácil que España siga subiendo puestos o se mantenga entre los quince primeros en ese ranking de reputación. Hay que activar la escucha activa, ser transparentes, informar y dar a conocer los valores diferenciadores de la marca. Se trata de hacer cosas, pero hacerlas bien; y hay que contarlas, pero contarlas bien.
Recuerda:
Para perdurar hay que ser estratega y comunicar.