Para transmitir a una audiencia un proyecto o una información concreta es preciso contar con el mejor portavoz. Para ello, hay que tener varios aspectos en cuenta si queremos que nuestra comunicación sea eficaz y la reputación de nuestra organización sea positiva.
El mejor portavoz es aquel que cuenta con una formación continua. No debe preocuparnos ni avergonzarnos el echar mano de expertos en comunicación para que nos guíen en nuestra forma de exponernos a los demás. La primera intervención no será perfecta, pero la constancia contribuirá a que tus intervenciones vayan mejorando y calando en tu audiencia.
Junto a la formación, el conocimiento sobre la empresa o institución también es esencial. Un portavoz tiene que ‘estudiar’ cada día. El conocimiento es fundamental, que además tiene que ser expuesto con naturalidad. Como representante de la empresa o institución, tienes que saber todo lo que ocurra, quiénes configuran la empresa, cuáles son sus funciones, cuál es el proceso íntegro de funcionamiento…
El portavoz es el reflejo y la imagen de la empresa, por ello todo lo que diga y cómo lo haga está trasmitiendo y está contribuyendo a configurar una imagen en el receptor. Imagen que será positiva o negativa, en función de las herramientas que emplee.
Lo que dice un portavoz no puede ni debe ser improvisado. Cada intervención tiene que ser preparada y organizada, teniendo siempre muy claro qué es lo que queremos trasladar. Una rueda de prensa debe convocarse cuando hay algo relevante que contar. Por lo tanto, si no vas a informar de algo importante, no hagas perder el tiempo a los medios de comunicación.
Breve, claro y llamativo. En Ars Longa Comunicación tenemos estos elementos como claves para toda acción comunicativa. Todo lo que digas o expongas tienes que hacerlo en poco espacio de tiempo, presentarlo de forma comprensible para todos y, además, tienes que hacerlo de forma que genere en el espectador un recuerdo. Si no es memorable lo que dices, pasarás desapercibido por los medios y sobre todo por tu audiencia.
Para concluir, destacamos también un aspecto muy importante en toda intervención: la gestión de las emociones. Sin lugar a duda, todo portavoz tiene que saber “controlarse”. El miedo, la pena, la tristeza, las inseguridades… son emociones y sentimientos que todo ser humano no puede evitar, pero al ponernos frente a nuestro público, tenemos que saber controlar para no ofrecer una información que, en exceso, pude conllevar efectos negativos respecto a la imagen del portavoz y de la empresa.
Una palabra malsonante, una carcajada o un desprecio pueden hacer que una intervención brillante torne a desastre en cuestión de segundos.
Recuerda:
Para perdurar hay que se estratega y comunicar.